Cómo sobrevivir siendo Biólog@ en una ciudad, sin sucumbir en la banqueta esperando...

miércoles, agosto 27, 2008

Te vi


¡A que no adivinan quién los observa!

lunes, agosto 25, 2008

Esos que no nos dejan ser

Yo no dejé que Pepe Grillo/Chapulín me sermoneara, así que como ya conté, lo saqué por la ventana.

Tal vez quería advertirme sobre tener encerrada a una oruga por puro capricho mío de verla convertirse en mariposa.

Pero es que uno de mis sueños guajiros es crear un mariposario. Cuando por primera vez vi uno en Cuetzalan, Puebla; me maravillaron las crisálidas (pupas, capullos) que albergaban el desarrollo sigiloso de una mariposa. Jamás imaginé que los capullos de las mariposas monarcas fueran de un verde aqua, ¡parecían joyas! Había otros capullos de otras especies que parecían hojas secas. Eso es querer pasar desapercibido, pensé.


Después de guardar los capullos en un área determinada, las mariposas que van saliendo son liberadas a un jardín en el que hay montones de plantas y frutas de las que se alimentan. Ésta es el área recreativa para los visitantes humanoides también.


El caso es que, debido a que Mafafa (la oruga) ha creado tanta espectativa sobre su destino, pues ahí les va el cuento:


"Había una vez una oruga feliz viviendo debajo de una hoja enoooorme de Mafafa (Xanthosoma sagittifolium) cuando fue capturada por una protobióloga ociosa. La metió en un bote grande con grandes trozos de hoja y la bautizó como Mafafa (bien original). Comía con enjundia y pasión. Hasta que un día modificó su comportamiento súbitamente.
Subió por las paredes del bote y se alejó de su alimento, quedándose quieta. La ingenua protobióloga creyó animada que empezaría a formar su capulo. ¡Qué emoción! A la mañana siguiente, Mafafa seguía en el mismo lugar y no había ningún cambio. Pero una noche, al llegar a casa, la protobióloga miró hacia el bote desde lo lejos (y con miopía). Una mancha blanca estaba en el lugar de la oruga. ¿Será el capullo? Se acercó para observarla con detenimiento... ¿qué es eso? ¿son... es... será que.. ? ¡Rayos y centellas!, no era un capullo. Algo le había pasado a Mafafa, algo crecía sobre ella...."

ADVERTENCIA: la continuación del cuento no es apta para personas susceptibles (en cualquier sentido) a historias de terror o que sean de fácil conmoción ante los bicharachos. No nos hacemos responsables del morbo de cada quién.
Hecho el anuncio, he aquí la historia paralela a Mafafa:

"En esta villa del señor (¿el señor de las moscas?) existen seres gandallitas-oportunistas. Siempre hay algún abusador, el lobo de caperucita roja, la garrapata en el perro, el mosquito del dengue, los tábanos... etc etc. Sin embargo, esos hábitos son parte de su supervivencia; por lo que hay que entender que un buen día, la señora Avispa que iba preñada decidió dejar sus huevecillos hijos en un lugar muy adecuado, calientito y con todas las comodidades. Pero esta señora Avispa no iba sola tampoco, estaba acompañada por el virus OGT que habita en el ADN de la ñora. Así que juntos, decidieron inocular a Mafafa, tan verde y gordita".

¿Se entendió?
Pues sí, una avispa que a su vez convive felizmente con un virus, picoteó a Mafafa antes de que yo la encontrara. Pero la picó para depositarle los huevecillos DENTRO de ella. ¿Qué hace el virus? Pues una chambota: ataca el sistema inmune de la oruga, para que ésta no se defienda de los huevecillos invasores y también altera los niveles de la hormona de crecimiento para que nunca forme el capullo y pase más tiempo como oruga comiendo y comiendo. Así, los huevecillos lograrán desarrollarse sin ningún problema dentro de la oruga, hasta que eclosionen y salgan las larvitas de avispa A TRAVÉS de la piel de la oruga. Pero no se alejan del todo, cada larvita forma un capullo (ellas sí) sobre la oruga, formando un tapete blanco algodonoso y terrorífico.

Por respeto a Mafafa, no tomé ninguna fotografía sobre el estado lamentable en el que la encontré, pero pa seguirle con el morbo, ahí les dejo una parecida del interñe:

¿Y qué fue de Mafafa? Pues llegó una MVZ ociosa y decidió quitarle los capullos de encima para intentar que sobreviviera.

En consecuencia:
ni sermón de Pepe Grillo/Chapulín, ni vuelo de mariposa Mafafa, ni avispas recién nacidas.

Ni modo, así es esto del abarrote y de los que no nos dejan ser.

La 3ra foto es del mariposario de la cooperativa
Tosepan Titataniske en Cuetzalan, Pue.

jueves, agosto 21, 2008

Los nuevos amiguitos

Mafafa es pequeña y gordita, verde y rarita. Traga a velocidades impresionantes para algún bicho de su tamaño, es pasiva pero en constante actividad. La bolita a un lado de ella, sí... es de caca.

La he bautizado como Mafafa pues la encontraron debajo de las hojas de la planta con el mismo nombre. A pesar de su voraz glotonería, es selectiva. No come hojas que no estén frescas y tampoco las venas de mayor grosor como las de esta foto. Y como se puede comprobar en la siguiente foto. ¿Ven su trompita?


Gamma se ha puesto un poco celoso, ¡¡es tan verde!! y él tan azul. Pero después de observarla por un buen rato, le dejó de prestar atención. Seguro pensaba que las bolitas que él come son mucho más chiquititas que las bolitas que salían de ella.

A la mañana siguiente de la llegada de Mafafa, apareció Pepe Grillo sobre las hojas de mi cafeto. Empezaba a sermonearme cuando decidí que no iba a dejar que me regañara un bicho cuyas antenas son mayores al largo de su cuerpo.

Así que le propuse un trato: él se iba de mi cafeto sin darle ni una mordida y yo lo dejaba ir por la ventana que da al lote baldío y nos olvidábamos del asunto.

No todos los habitantes han sido agradables, hay verdaderas criaturas de terror. Mientras... sigo esperando a que Mafafa deje de comer y comience a hacer su capullo para verla metamorfosear en una mariposa.

martes, agosto 19, 2008

Pensamientos cochinos


Pasando por donde nacen las nubes, me encontré con una chanchita muy pensativa,


que platicaba de barda a barda, con Don Durito de Tatatila (no de la Lacandona):

- Yo no sé nada, no me dijeron nada. Antes de que llegara el mundo ya estaba así. Agarré muy avanzado el ciclo, siento que por eso nunca lo entendí. -Dijo ella.


- Hay que estar comunicados, hay que estar en todos lados para nunca estar aquí. Todo es esterilizado, desechable, desconfiable... el amor se cubre así. -Contestó él.


La verdad es que yo no los entendí, así que seguí mirando el nacimiento de las nubes mientras me preguntaba sobre el destino de esas gotas...

Diálogos: Jugosos dividendos

miércoles, agosto 13, 2008

Celebrando


Porque sí y porque también. Celebremos la vida, respiremos hondo y sintamos la vibración de esos seres que nos dan oxígeno a nuestros pulmones, que irrigan nuestra sangre. Es ahora cuando creo en GAIA, en la Tierra como un todo, un único ente cuyos habitantes somos sus elementos formadores.

Foto: vista de Jalcomulco desde el Cerro Brujo, Ver.

domingo, agosto 03, 2008

Ciclos y veneraciones

Son horas para dormir, pero no lo hago. Escucho los ruidos comunes en casa, cruje cuando pasan camiones de carga. Me acostumbré a sentir el ligero temblor en el segundo piso y a escuchar el paso del camión para no espantarme.
Decir que ahora mudo de banqueta sin sentir nostalgia, sería mentira.
Hace unos días visité la casa de mi abuela materna, ahí donde viví mis primeros años, donde aprendí a caminar y a balbucear (siempre he preferido oír y ver a hablar), donde rompíamos las esferas del arbolito de navidad (el primero de muy pocos en mi vida) y las escondíamos debajo de los cojines del sillón de la sala. Donde aprendí que cada planta tenía sus distintos requerimientos de agua y luz, gracias a mi abuela. (Gran parte de mi inclinación hacia las plantas se la debo a ella, que también se la heredó a mi madre y ella a mí, así que tengo doble dosis).
Hacía mucho tiempo que no entraba en esa casa y fueron sentimientos mezclados al ver todavía las cosas que me fueron familiares. Me robé un pequeño dinosaurio de plástico que seguramente era de mi primo. Su fascinación por esos animales me era asombrosa, recuerdo sus libros con los nombres científicos y un dibujo para colorear... yo nunca me aprendí más allá del Tyrannosaurus rex. Aún en la universidad, aprenderme cosas sobre las eras geológicas y sobre las extinciones como la del Jurásico, me fueron difíciles de recordar. Eso de los fósiles no es lo mío, sólo me gusta verlos y saber datos curiosos sobre ellos. Tal vez mi primo pudo ser un gran paleontólogo. Lo que sí aprendí con él fue el nombre de los luchadores, sí sí, esos de lucha libre y por supuesto, le íbamos a los técnicos, a los buenos. El caso es que me robé ese dinosaurio, sentí que me pertenecía más que a cualquier otro en ese momento.
También ese día nos topamos a quien fue mi pediatra y el dueño de la guardería a la que iba... llorando sin parar, por cierto, todas las mañanas desde mi lejanísima casa. Dos o tres casas de diferencia, pero yo exageraba. Hacía harto berrinche para ir, no quería alejarme de mi casa y al regresar siempre parecía feliz de haber estado ahí. Cuando tomo jugo de zanahoria no puedo evitar recordar esa guardería.

En esta semana también visité a mi abuelo, quien vive en la misma colonia que mi abuela. Ahora a él le tocó tomarme del brazo para apoyarse y caminar. Los papeles se invirtieron. De los pocos recuerdos que tengo con él cuando era niña, es que él me tomaba de la mano (manita en ese entonces) y en vez de ser un abuelo tierno, me doblaba los dedos y reía. Ésta vez tuve ganas de decirle malosamente: "hey abuelo, ¿te acuerdas de cuando me apretabas y doblabas mis dedos?". No lo hice y no sé por qué no. Será porque justo cuando lo pensaba, pasamos por una tienda donde estaba una señora. Era la misma tienda donde comprábamos dulces y nieves con la misma dueña, "La nevera", como la apodan en mi familia. Me sorprendí al verla, ahí estaba parada sola, como siempre la ví, sólo que ya es más vieja que cuando yo la conocí viejita y su tienda está casi vacía. Quise ver ese refrigerador donde alguna vez accidentalmente al apoyar mi mano para ver los helados, me lastimé la uña del dedo meñique izquierdo. Sí, tengo buena memoria pa algunas cosas. Pero el refrigerador no estaba. "La nevera" saludó a mi abuelo, yo sólo pensé: ¿sabrá quién soy yo? ¿se acordará de esa niña que lloró y lloró ante el nerviosismo de ella y de mi abuela?
Seguimos caminando por la colonia y fuimos a comer unas sabrosas memelas. La salsa verde siempre ha sido más picosa que la roja, hasta la fecha.

Y hoy, estoy resistiéndome un poquito más de lo normal para salir de casa. Del limbo oloroso de mi hogar, como lo ha nombrado mi mamá. Pero creo que esto es un ciclo más, como todo lo anterior que nunca suelo contar. Sólo que me pone un tanto triste y a la vez me emociona.

Hay cosas que cambian como ahora que soy yo en quien se apoyan mis abuelos para caminar.
Hay otras que existen y luego desaparecen de tajo pero dejan rastro, como los dinosaurios con los que jugaba mi primo.
Cosas que poco a poco van modificándose y que al no estar presentes en su continuidad, nos sorprenden, como el avance en la edad de "La Nevera" y el vacío en su tienda.
Pero definitivamente, como bien me enseñó mi abuela, cada planta tiene requerimientos distintos. Cada etapa requiere de distintos sacrificios y otorga distintos gozos, ese es el karma de nuestros deseos, diría mi padre.
Hay cosas que permanecen como la salsa verde picante y mi llanto al alejarme de casa.
Así que allá voy, con todos mis deseos hacia un nuevo ciclo. Donde de vez en cuando, veneraré al dios mitológico de los leones playeros de Xerófilo, el cerro de Quiahuiztlán en las costas veracruzanas.





¿Vieron el león? El perfil del cerro, que de hecho es un cono volcánico, me parece el perfil del rostro de un león, acostado viendo hacia arriba. Esta vez no fumé camaleón, así que échenle imaginación.
También la laguna tiene un ciclo, ¿vieron? Esa es El Llano. Mi Llano, o mi llanero solitario.