Cómo sobrevivir siendo Biólog@ en una ciudad, sin sucumbir en la banqueta esperando...

martes, octubre 16, 2007

Verde, que te quiero verde

Las amenazas son continuas: todo se honguea. Ropa, zapatos, paredes, comida y lo que se deje. La ropa recién lavada termina apestando porque no se seca en 2 días, de ahí que haya tanto changarro de lavandería. La toalla de manos del baño, también se apesta por la humedad del vapor y por la del aire. Los que usan lentes de contacto pueden padecer infecciones por hongos en los ojos. El petate de la casa, hongueado.

Aún así, no me quejo. El aire es más limpio. Los paisajes de las montañas verdes, me despiertan cada día con una sonrisa. Si salgo a la calle a las 9 de la noche y aunque tengo el pánico defeño, las calles son tranquilas. Es como estar en un pueblote en el que todos te saludan y te dan las buenas noches/tardes/días. Te encuentras a amigos por cualquier lado. Las tiendas de "pizzas y yoghurt" son la salvación del estudiante que desayuna yoghurt y come pizzas, bajadas con un rico vaso de zarzaparrilla.
Se puede hacer buena condición física con sólo caminar entre las empinadas calles de toda la ciudad y las chorrocientas escaleras que me llevan y me traen.

¿despertar así...

... o así??


Y aquí... las banquetas ¡TAMBIÉN SON VERDES!!




Aún así, ahora entiendo lo que decía un amigo:
"una casa no es lo mismo que un hogar".
Fotos: Mariana B.