Hierbas de bichos
Existen plantas con nombres comunes alusivos a animales como el epazote zorrillo (Chenopodium foetidum), oreja de burro (Echeveria sp.), ojo de tecolote (Merremia dissecta), lagaña de perro (Plumbago pulchella), mano de león (Geranium seemannii), hierba del piojo (Lobelia cardinales), flor de puerco (Dugesia mexicana) (ahora tan de moda el buen marranito), caña de jabalí (Costus mexicanus), cabeza de guajolote (Smilax lancelolata), ala de murciélago (Passiflora coriacea) y las diferentes colas entre ellas la de caballo (Equisetum sp.), sólo por mencionar algunas cuyos nombres parecen ser parte de recetas mágicas.
Y es que aparte del nombre, muchas de las plantas que están a nuestro alrededor han sido utilizadas para remedios físicos, morales y de amores. Es así como podemos encontrar estas plantas con nuestros hierberitos de confianza o en la jardinera del vecino. La mayoría de estas plantas medicinales provienen de lugares insospechados, de climas diferentes a los nuestros, de tierras lejanas o de difícil acceso. Me gusta imaginar que algunas personas se dedican a extraerlas y se meten en el monte con todo y burro, buscan la plantita, cortan un poco y luego la venden. Claro, suponiendo que hacen un aprovechamiento adecuado. Soy de la idea de que conservar no significa "no tocar", sino saber aprovechar.
Todo esto viene a colación para presentarles una plantita muy peculiar: La cola de caballo.
domingo, abril 26, 2009
viernes, abril 10, 2009
miércoles, abril 08, 2009
Rastros...
Fotografiar plantas siempre resulta más sencillo en términos generales, pues como decía una profesora, éstas no pueden tomar sus raíces y largarse pa otro lado (aunque he descubierto unas que sí lo hacen, como las famosas bolas rodantes del desierto que nadie sabe cómo se llaman). Otras dificultades pueden ser el acceso a los lugares donde habitan las plantas, pero esta vez les mostraré mis intentos por encontrarme con unos animalitos en el bosque de mangle en El Llano, Ver.
Algunos dicen que es una laguna en fase terminal, que sólo son vestigios de lo que una vez fue y no volverá a ser. Para mí es más bien un bosque encantado, se oye el canto de las aves y su revoloteo; el caminar de los cangrejos y su chasquido de quelas (manos) para llamar a las hembras, el zumbar de moscos, abejas y tábanos. Pero algunos otros son más sigilosos y sólo dejan la notita de que estuvieron ahí...
y el mapache que va a lavar su comida a la laguna.
¿Será que todos ellos se esconden de alguien más?
