Cómo sobrevivir siendo Biólog@ en una ciudad, sin sucumbir en la banqueta esperando...

sábado, febrero 14, 2009

La reina Victoria

La historia del patito feo que se convierte en un bello cisne, tiene una historia paralela:

Les presento a Victoria, un pato (o pata) que me ha enseñado más de lo poco que sé del desarrollo y el comportamiento de algunas aves. Llegó cuando era muy chiquita, tal vez de un mes de edad o menos, cubierta con un suave plumón negro y unas alas diminutas en cuyas puntas el plumón era amarillo.


Sus alitas era lo que más llamaba la antención de los demás, se oían comentarios de "aaay, sus alitaaas" , "¿se las cortaron?", "¿puede volar?", "parecen muñones de ala" o el más interesante de "me recuerda a un dinosaurio". Y es que los parientes más cercanos de un dinosaurio no son los reptiles sino las aves.

Para sorpresa de todos, el sonido que emitía era más parecido al de un pollo (pí-pí-pí) que al esperado en un pato (cuac-cuac). Conforme fue creciendo, el sonido también cambió, ahora se le escucha un verdadero y grave cuac, pero eso sí, siempre ha parecido que tiene integrado un altavoz.

También aprendí que el plumón se conserva en algunas partes de su cuerpo aún en estado adulto que es cuando presentan la verdadera pluma. El plumón les sirve para mantener caliente su cuerpo, por eso es que lo presentan cuando son crías y debajo de las alas al crecer.

Algunos animales presentan un comportamiento llamado IMPRONTA. Según Konrad Lorenz, un zoólogo y etólogo (fundador de los que estudian el comportamiento animal) es un vínculo que se establece en las primeras etapas entre la cría y la figura materna/paterna que sirve para la identificación entre los individuos de la misma especie y supongo que deriva en otras conductas de cuidados parentales y en la conocidísima imagen de los patitos que siguen a la mamá por todo el lago. Lorenz decía que era un aprendizaje de reconocimiento irreversible, y que sólo se podía establecer en un periodo corto de tiempo y que si ésto no ocurría, la cría se apartaba de la madre poniendo en peligro su supervivencia.

En las primeras semanas con Victoria, me di cuenta de que se había improntado a los humanos, pero no a cualquiera, sino a quien esté más tiempo con ella y le dé de comer. Hasta la fecha es común que si se le deja sola, empiece a parpar (a hacer su estridente cuac cuac cuac) hasta que se resigna. Pero más que visual, ella tiene una impronta auditiva. Reconoce el sonido de la voz de quienes pasan más tiempo con ella y nos sigue a todas partes y si permanecemos en el mismo lugar, ella (literalmente) se echa a los pies.


El acicalamiento es parte esencial de sus actividades, después de un baño en su tina (no crean que vive todo el tiempo entre azulejos), si se siente en confianza pasa hasta una hora rascándose, limpiando y encerando sus plumas. Creo que es un momento muy susceptible, pues en estado silvestre las aves podrían ser presas fáciles de depredadores al estar haciendo tantas contorsiones y malabares. Es por eso que sólo lo hace cuando observa que hay calma a su alrededor. Desde hace unas semanas he observado que en esos momentos, sus ojos segregan una sustancia transparente (como si fuera lágrima) que se embarra por todo el cuerpo. He buscado información sobre ésto pero sólo he encontrado que las aves tienen una glándula en la parte posterior de la cola, con la que segregan sustancias cerosas para impermeabilizar sus plumas... pero nada sobre los ojos.

Y bueno, aún encierra muchos secretos este animalito que me ha permitido ver su crecimiento y cómo ha modificado su apariencia y conductas, dándome también muchas sonrisas al descubrirla.
Ella es Victoria, una hembra de "ánade real" (Anas plathyrynchos), mi Victoria reina.